La forma de un diamante
El origen
Debido a que el diamante es un material muy duro naturalmente para obtener ese brillo tan característico que lo identifica debe de pasar por una serie de procesos muy lentos, con bastante destreza y paciencia para lograrlo, ya que sino simplemente sería un diamante en bruto opaco.
Inicio
El primer paso para producir un diamante es cortar la pieza por dos, y este es el proceso más peligroso ya que de no seguir la manera correcta de hacerlo se puede correr el riesgo de que se haga trozos y arruinar todo el proceso.
Es preciso calcular la dirección correcta del corte. Se marca primero con tinta china la trayectoria del corte. Luego se usa un diamante más pequeño para hacer una guía de corte a lo largo de la marca de tinta; se coloca sobre ella una hoja de acero y se asesta un golpe. Si se sigue el procedimiento adecuado, el diamante se parte en dos; de lo contrario, se corre el peligro de convertirlo en añicos.
Los toques especiales
Después se usa una sierra para terminar el corte. Su canto está recubierto con una mezcla de polvo de diamante y aceite, lo que hace más lento el corte. Tallar un diamante de un quilate se suele tardar entre cuatro y ocho horas.
Este proceso es el que le da la forma deseada a diamante tratando de siempre mantener su forma con una consideración primordial: Se trata de conservar la forma pura de octaedro del cristal a partir de la talla de una forma irregular.
Últimos pasos
El último paso consiste en cortar y pulir las facetas que dan al diamante su brillo. Para esto se frota con un disco giratorio de hierro, cubierto con polvo de diamante y aceite. Por último, el diamante se sumerge en ácido sulfúrico hirviendo para eliminar todo residuo de grasa y suciedad, proceso que no lo daña en absoluto.
Y así ya conseguiremos tener un hermoso diamante que puede usarse para algún anillo o collar que tanto luce en las personas.